Introduccion

Estimado lector:
En estas páginas encontrará algunos cuentos cortos y otros pequeños relatos. Espero que sean de su agrado.
DR.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Blanco y negro

          Hasta ayer no hubiese pensado que tanta euforia, tanto placer, obtendría de semejante instrumento. Respuesta inmediata al tacto, sonido expresivo, dulce y profundo. Claro que tuve que estudiar diez años para darme cuenta. Diez benditos años odiando sus teclas de madera laqueada. El blanco y el negro dominaban mi visión. Hoy comprendo que no todo es blanco o negro. Hay matices en la vida. Ya casado y con descendencia, entendí a duros golpes que el mundo se compone de infinitos colores. Cada color tiene infinitas intensidades. Todos comprenden el sistema. Pero el piano no. Absolutismo puro, como mi padre. Para ese señor solo existían el blanco o el negro, el bien o el mal, la verdad o la mentira, el amor o el odio.

          La regla de madera conserva el resquemor de mis nudillos marcado en su estructura. Eso lo nota solo alguien que conoce del tema. Beethoven también fue educado de la misma manera, aunque claro, pocos poseen su talento. Su padre lo obligó de niño a la perfección interpretativa. Imagino la rabia acumulada en Ludwig cuando su padre escudriñaba el movimiento de sus dedos. En mi caso, educaron mi oído para reconocer la interpretación musical en sus primeros compases. Mis dedos se agilizaron con el correr de los años.

          La melodía de Chopin interpretándose a la perfección. Mi oído entrenado es muy critico. Tanto sacrificio, tanto mal humor, tanta rebeldía acallada por fin tendrían su recompensa. Los grabes suenan amables. Detecto una nota errónea. Sí, es solo una tecla que sonó despacio y breve pero no es excusa. ¿Pero cómo? ¿Es que nadie la notó? ¡Pobre de la persona presente que asiente sin entender!  Snobismo puro. La interpretación mejora notablemente. Cierro los ojos y me dejo llevar. Conozco la melodía de memoria. Suena bien.

          Antes no me convencía Chopin, pero hoy, sin embargo me emociono al interpretar su marcha fúnebre. Mi mentor, mi martirizador, mi origen, mi padre, yace en el cajón vestido de etiqueta. Como su vida, en blanco y negro.